El pasado 16 de diciembre, en este mismo blog se publicaba que se había conseguido que una persona paralítica del pecho hacia abajo pudiera mantenerse en pie mientras su médula espinal era estimulada por una señal eléctrica.
Este logro es una muestra más del hecho bien conocido de que el siglo XX y lo que va del XXI es una época donde la cantidad y calidad de descubrimientos científicos es avasalladora. Sin embargo, tal y como se muestra en los siguientes párrafos, que son sobre todo un extracto de En torno a los primeros estudios de electrofisiología, publicado por Elsevier, es justo no olvidarse de la historia anterior, en la que la historia contemporánea se ha apoyado.
El fenómeno de la electricidad en los animales, ya fue estudiado por los científicos del siglo XVIII. Uno de los más destacados fue el boloñés Luigi Galvani. En su monografía De viribus electricitatis in motu musculari expuso los resultados de once años de estudio sobre los eventos fisiológicos de las ranas relacionados con fenómenos eléctricos. Por ejemplo, mostró que los músculos de ranas decapitadas, con la médula perforada, y colgadas en ganchos de hierro o cobre, entraban en convulsión cuando se establecía un circuito entre ellos y los nervios respectivos por medio de un arco bimetálico. Galvani atribuyó el fenómeno a la existencia de electricidad inherente al animal mismo.
La doctrina galvanista tuvo una honda repercusión internacional no inferior, según Du Bois-Reymond, a la que causaban los acontecimientos contemporáneos de la revolución francesa en los círculos políticos.
La oposición a la doctrina galvánica de la electricidad animal vino de parte del físico Alessandro Volta y, sobre todo, de parte de sus discípulos en la Universidad de Pavía. Inicialmente él se adhirió con entusiasmo a la doctrina de Galvani. Pero más tarde, en sus apuntes de laboratorio, escribió lo siguiente: "A veces me nace la duda de si será cierto que conductores metálicos diferentes o aplicados de manera distinta en dos puntos del animal, cuando se establece una comunicación entre ellos, no hagan otra cosa que ofrecer un camino al fluido eléctrico, que naturalmente tiende a desplazarse de un lugar a otro [...]. Si son solamente pasivos o más bien son agentes positivos, que mueven de su lugar el fluido eléctrico del animal […]".
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