En noticias anteriores ya hemos cubierto el uso de impresoras 3D para crear implantes en pacientes, e incluso su potencial para en el futuro ser capaces de imprimir órganos para trasplantes, de tal modo que no haga falta un donante para poder trasplantar, por ejemplo, un riñón o un corazón. En esta ocasión la aplicación que os vamos a describir de las impresoras 3D no es tan puntera desde el punto de vista tecnológico. Pero no por ello deja de ser importante, y está teniendo un impacto considerable en la vida de muchas personas.
Mick Ebeling leyó en 2012 en un reportaje la historia de Daniel, un chico de Sudán como consecuencia de la guerra de este país perdió ambos brazos mientras estaba pastoreando bacas. Según Daniel “Oí el ruido del avión, así que me tumbé en el suelo. Después escuché cómo lanzaba la bomba, así que me levanté de un salto, corrí, me escondí tras un árbol y me abracé a él con los brazos”. El árbol protegió el cuerpo de Daniel, pero no sus manos. Daniel perdió ambos brazos, y desde ese día no podía hacer tareas como alimentarse o vestirse de un modo autónomo. Se calcula que 50.000 personas en todo el país han sufrido amputaciones similares.
Mick Ebeling, quien trabaja en una ONG dedicada a crear soluciones tecnológicas para problemas relacionados con la salud, comenzó a trabajar en el proyecto de crear una prótesis de un brazo "low cost" que se pudiese imprimir con una impresora 3D. Tenía que ser una solución muy barata para que fuese viable en un país tan pobre como Sudán. Además, no quería que fuese compleja tecnológicamente porque quería que los propios médicos de Sudán fuesen capaces de aprender a fabricar las prótesis. El resultado de su trabajo lo podéis ver en la imagen que acompaña a esta noticia. Una prótesis que a un precio de 75 euros permite al usuario volver a recuperar cierta autonomía y poder hacer tareas como alimentarse de un modo autónomo. En este video podéis ver la prótesis en acción.
Este es un buen ejemplo de cómo los avances en tecnología biomédica pueden ayudar también a la gente más necesitada del planeta, poniendo a su alcance soluciones que hace tan sólo cinco años hubiesen sido inimaginables.
Nota: esta noticia ha sido enviada al blog por una de nuestros lectores, Estrella Fernández.