Aunque no es el único fabricante de ojos biónicos, Second Sight es probablemente la compañía líder en el sector. En 2013 obtuvo aprobación de la FDA para su ojo biónico Argus II, año en el que fue implantado por primera vez de modo comercial, y no en el marco de un estudio clínico. En 2016 la compañía comenzó pruebas en seres humanos de un nuevo modelo de ojo biónico, Orión, pruebas que tuvieron que suspender según la compañía por la pandemia mundial, aunque quizás también haya estado ocasionado por dificultades económicas y por una reestructuración interna.
El Argus II reemplaza la función de la retina dañada empleando un array de electrodos estimuladores para generar los estímulos eléctricos que los bastoncillos de la retina generan en un ojo sano, estímulos que son conducidos por el nervio óptico al cortex visual y producen visión. Por tanto, requiere que que el propio glóbulo ocular, aunque no funcional, esté presente para soportar los implantes que deberá llevar el paciente (algún tipo de antena de comunicación inalámbrica, y el array de electrodos estimuladores), así como que el nervio óptico esté presente y funcione de modo adecuado.
Orion funciona de un modo diferente. Al igual que el Argus II, emplea una videocámara para grabar imágenes, una unidad de procesamiento de vídeo para analizarlas, y una antena inalámbrica para enviar comandos al array de electrodos estimuladores. Pero en el caso de el ojo Orión, este array está implantado directamente en el cortex visual del paciente. Por tanto, no hace falta que el paciente tenga un glóbulo ocular estructuralmente intacto, o un nervio óptico funcional. El paciente también lleva implantado una pequeña antena de comunicación inalámbrica que permite a la unidad de procesamiento de video enviarle inalámbrica mente los comandos de estimulación eléctrica que debe generar sobre el cortex. Este ojo, a diferencia de los disponibles comercialmente, permite (según afirmaciones de la compañía) recuperar visión en color. Además de esto, el no requerir un nervio óptico funcional, ni un glóbulo ocular, incrementa los pacientes que podrían emplearlo respecto a los modelos comerciales actuales.
Las pruebas que se estaban realizando en pacientes (un total de 6 sujetos que forman parte de un estudio clínico en el cual se les ha implantado el ojo biónico Orión) tuvieron que suspenderse a principios de este año, según la compañía debido a la situación de pandemia mundial. En septiembre de este año, han vuelto a reanudar estos tests, llevados a cabo en el UCLA Medical Center.
No obstante, cabe destacar que Second Sight ha sufrido una reestructuración fuerte en los últimos dos años. En 2019 dejo de fabricar el ojo Argus II para centrar los esfuerzos de la compañía en el desarrollo de Orión, y hubo bastantes despidos. Durante 2020, la compañía se reorganizó y salió a cotizar a bolsa para a través de la venta de acciones conseguir financiación para continuar operando.
Nuestra opinión es que las dificultades económicas de la empresa se deben fundamentalmente al elevado precio del Argus II (que ronda los 100.000 $, más el costo de la cirugía para implantarse y de las sesiones que el paciente necesitará para aprender a usar el dispositivo y entrenar a su cerebro para "aprender a ver de un modo diferente"). El éxito a largo plazo de la empresa, en general del mercado de ojos biónicos, creemos que depende en buena medida de conseguir abaratar sus costes, para hacerlos más accesibles al público en general.
Os dejamos bajo estas líneas un vídeo promocional de la empresa mostrando el funcionamiento del ojo biónico Orión:
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